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GENERALES

13 de abril de 2018

Defender con valores humanos y conforme al derecho.

 Desde Compromiso Judicial, conversamos cada día con profesionales que creen en la importancia de poner en juego los valores cuando del trabajo se trata. También cotidianamente intercambiamos nuestros desafíos y problemáticas. Esta vez, la charla es con Enrique Comellas. En esta entrevista, nos cuenta la realidad de su día a día como Defensor Oficial, a la vez que nos acerca su valiosa mirada de la situación carcelaria, sin dejar de postular, también, propuestas para generar cambios globales en el funcionamiento de la justicia.

Buenos Aires, Rosario, Buenos Aires

 Enrique Comellas ingresó al Poder Judicial hace 26 años. Fue en 1993, recuerda, que todo empezó: “Comencé en la Corte Suprema como pinche, después pasé a la Cámara de Casación, donde hice toda mi carrera administrativa”. En 2012, llegó al cargo más alto que se puede alcanzar sin concursar. Y, entonces, se dio la oportunidad: el Ministerio Público de la Defensa necesitaba reforzar áreas puntuales y se llamó a exámenes de aprobación: fue así que comenzó a desempeñarse como Defensor Coadyudante. Más tarde, volvió a concursar y fue nombrado Defensor Público Oficial ante los tribunales de Rosario, donde vivió cuatro años.

 Allí, nos cuenta, estuvo cerca de “toda la problemática que tiene Rosario: muchas veces se presenta a esa ciudad como la meca del narcotráfico cuando, en realidad, cualquier secuestro de estupefacientes que ocurra en Capital Federal o San Martín es de mayor cantidad”. Lo que ocurre en el caso de Rosario, detalla, es que allí “se dan problemas de violencia, lo que genera causas que no son federales”.

 El año pasado Comellas volvió a concursar y se convirtió en Defensor Público Oficial ante la Cámara Federal de Casación Penal. De su trayectoria y sus últimos años de carrera, destaca “la satisfacción de hacerse cargo de todo lo que uno escribe, pero eso implica mayor responsabilidad. Cualquier error es propio”.

La situación carcelaria: más que un problema

 En su trabajo cotidiano, Comellas está en contacto continuo y directo con quienes defiende y, por ende, con la realidad del sistema carcelario de nuestro país. “Es para celebrar que los internos sean cada vez más conscientes de sus derechos: nos llaman con instrucciones precisas y eso está muy bien”, afirma. “Pero eso a la vez hace que la demanda de los defendidos sea mucho mayor, y hay que ser muy cuidadoso en cómo se lleva adelante el trabajo”.

 Comellas no duda cuando afirma que “la situación carcelaria es delicada”. “Mediáticamente, se está dando una tendencia hacia un punitivismo inusitado”. Es algo que se hace evidente, por ejemplo, en la reforma de la Ley 24660, del año pasado, que restringe el alcance de muchas flexibilizaciones de las penas. El problema, advierte, es que “ya se han hecho estudios y se estima que esto va a generar un 40% más de población carcelaria de acá a dos años y medio o tres años; pero el sistema carcelario no está preparado para recibir a esta población”. Esta situación, subraya el Defensor, genera gran preocupación porque la superpoblación carcelaria vendrá acompañada de una menor oferta de cupos laborales o de estudio dentro de las cárceles: “Cuestiones que ya son precarias hoy por hoy van a dejar de ser factibles”.

 Otro de los problemas que, según Comellas, genera la ola de punitivismo mediático es que “se asocia una excarcelación con impunidad: y eso no es así, las causas siguen, los imputados irán a juicio”. “A mí lo que me preocupa –expresa- es que hay que garantizar herramientas básicas en la cárceles. Si de entrada a alguien se le quitan los estímulos para salir antes, no va a tener interés en superarse adentro de la cárcel”. “El desafío de los defensores oficiales es, frente a esta presión del punitivismo, tratar de levantar los estandartes de los derechos para hacer más visible la locura de posiciones tan desproporcionadas”. La pena, reflexiona Comellas, “debe ser justa pero no cruel ni inhumana, lo que está prohibido constitucionalmente”.

El día a día, de persona a persona

 En este contexto, muchas veces el trabajo, “defender lo mejor posible”, puede complicarse. Muchas veces, comenta Comellas, los defensores reciben amenazas de sus defendidos: “Nosotros ya estamos acostumbrados y las entendemos como expresiones de frustración de una persona que está privada de su libertad”. “Somos los únicos que los escuchan, y por eso nos convertimos en el blanco de todas las críticas al sistema”. La clave, señala, es minimizar el impacto de este tipo de experiencias cotidianas “y entenderlas desde el punto de vista humano”. “El desafío institucional que tenemos es hacernos escuchar y resolver cada caso conforme al derecho, sin dejarnos llevar por las presiones mediáticas”, define.

Hacia una reforma profunda y global

 Es claro que la justicia está bajo la lupa. En este horizonte, Comellas afirma que habría que apuntar a una reforma global. “Se cuestiona la forma de trabajo, la cantidad de horas, la feria: y bienvenida sea la discusión”. Pero, señala, hay temas mucho más importantes, como la digitalización de los trámites, que, a la vez, agilizaría tiempos y ahorraría recursos: “¿Cómo puede ser que no exista todavía el expediente electrónico?”, se pregunta. “Hoy por hoy todavía somos perseguidores del expediente en papel, algo que genera pérdidas de tiempo”. Además, comenta, “hay sistemas digitales de data enter que están triplicados, y todavía no llegó a implementarse a pleno la notificación electrónica”. “Creo que hay que dar solución a los temas de la feria y el horario, pero si nos quedamos ahí y no encaramos una reforma global, serían cambios cosméticos nada más”.

 La reforma también podría incluir, afirma el Defensor, la capacitación de las fuerzas de seguridad, ya que de allí surge la mayor parte de los casos que llegan a la justicia. “Hay que capacitar a las fuerzas para que, en casos de investigaciones de narcotráfico, por ejemplo, puedan remontarse en la cadena del tráfico y no limitarse a detener a la persona más visible”, señala. “Hace falta modernizar la justicia, pero también capacitar a las fuerzas de seguridad porque si la transformación no es global nada va a cambiar”.

Debate y postura institucional

 Enrique Comellas se sumó a Compromiso Judicial cuando estaba todavía en Rosario. “Me pareció que era un lugar interesante porque, frente a otras fuerzas, se presenta como un espacio más independiente y como una tercera vía superadora de rivalidades antagónicas”, comenta el Defensor. Una de las características que, señala, define a Compromiso Judicial es el diálogo: “Las personas de Compromiso Judicial creemos en el debate interno, pese a que muchas veces pensamos de forma distinta: eso permite soluciones más duraderas y estables”. Además, agrega, “cada decisión importante se somete a una discusión, y eso es muy gratificante”.

 Otro de los puntos que más valora Comellas de Compromiso Judicial es su postura institucional: “En el espacio pensamos que la Asociación debe ser escuchada en los diseños de políticas judiciales, más allá de las presiones de la opinión pública”. En este sentido, señala, todos los profesionales de la justicia “somos los que debemos alertar que los problemas se resuelven con una reforma global, que resulte útil. Por eso es importante tener un rol activo y hacerse oír, participar en los temas de discusión, llevar las voces de todos los sectores”.

 En Compromiso Judicial, creemos en la relevancia del acto de participar y de hacernos oír a los que se refiere Comellas. Por eso, mientras la charla con él va terminando, nos quedamos con la certeza de haber intercambiado reflexiones y de haber pensado juntos, como hacemos cada día, para encontrar mejores caminos para la justicia: caminos independientes, caminos de trabajo, caminos en compañía.